Observatorio Político
Por Maquiavelo
La política al igual que otras creencias está velada por alegorías y esclarecida por símbolos, sin duda esto es lo que podemos observar en la destruida estatua de Andrés Manuel López Obrador que duró menos tiempo que una Efímera. Vgr: Insecto mejor conocido como efemeróptero cuya vida adulta es tan rápida como una mañana y una noche.
Esto lo pudimos observar en el municipio de Atlacomulco, en el Estado de México, cuna y bastión del priísta “Grupo Atlacomulco” que ya, para ludibrio del pueblo, estaba gobernado por un militante del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), llamado Roberto Téllez Monroy quien con bombo y platillo inauguró el monumento el mismísimo día en fenecía su administración el pasado 31 de diciembre.
El monumento fue instalado en la plaza principal de la población, donde los priístas recalcitrantes y otros no tanto, pero priístas al fin, observaron con grima el evento y (seguramente) se juraron -para sus adentros- que duraría menos que una calentura de verano en una octogenaria.
La estatua, de casi dos metros de altura y con un peso no especificado, fue realizada en Cantera Rosa, un material utilizado en la escultura y la arquitectura desde siempre por canteros artesanos del poblado de Tlalpujahua, Michoacán pero la milenaria piedra, convertida en otros datos, sólo vio la luz del sol por tres días.
De acuerdo con el alcalde de ese municipio, quien dice pagó la obra monumental de su propio bolsillo y donada al municipio para ser instalada en el pueblo de San Garabato, perdón, Atlacomulco, costó 50 mil pesos y dijo, con engolada voz y ojos a medio cerrar al momento de develarla: “sirva para romper los estigmas y paradigmas y que la gente reconozca lo que se hizo”.
Y no le faltó razón, quedó completamente roto el estigma y el paradigma…a la estulticia porque este hecho será recordado como la famosa estatua de Miguel Alemán Valdez, Presidente de México (1946-1952) quien, pese a que fue el iniciador de la hoy UNAM y luego de que la instalaron en el universitario Campus, los estudiantes la dinamitaron y la descabezaron el 5 de Junio de 1966.
Descabezar tal y como querían hacer los estudiantes el 14 de marzo de 1975 con el presidente Luis Echeverría Álvarez, (1970-1976) después de que inaugurara unos cursos cuando fue agredido verbal y físicamente por un grupo de estudiantes y algunos trabajadores inconformes con su gobierno. Echevarría Álvarez trató de dar un mensaje a los estudiantes pero fue interrumpido con rechiflas e insultos y LEA los acusó de “fascistas”. La situación subió de tono y fue rápidamente sacado por una puerta trasera del auditorio. Antes de que el mandatario pudiera ser subido a un auto Maverick rojo, propiedad de un trabajador que estaba por salir del estacionamiento de la facultad le atinaron con un tepalcate en plena cabeza, luego lo corretearon en varios autos hasta la salida de los terrenos donde hoy se encuentra el Centro Cultural y la salida rumbo a Perisur. “Patas para qué os quiero…”
Lo único rescatable en los dos primero atentados estatuarios, fueron las placas conmemorativa que, deberán pasar a los libros de Historia al igual que las ventajas de no ponerse al “tú por tú” con los estudiantes ejemplo nítido de lo que, de ninguna manera, debe hacerse en política.
No sé por qué malas artes , dice este escribidor, me llegó a la memoria aquella estatua metálica de Saddam Hussein, cuando en la Guerra del Golfo se observaba a la gleba, con lazos en las manos, lazar la estatua y derribarla a jalones para luego, seguramente, ir a venderla al kilo en cualquier chatarrería. Conste.
Erasmo de Rotterdam escribió la obra, (que recomiendo ampliamente) “Elogio de la Locura” en la cual afirma, sin mota de duda, que la insensatez, la estulticia o la locura son el origen de todas las satisfacciones, diversiones y deleites que el hombre utiliza en su provecho y bienestar, unido a la ebriedad, la adulación, la pereza o la ignorancia y lo burdo que resulta esta mescolanza. Sin duda una obra que el ex alcalde de Lagos, perdón, el exalcalde de Atlacomulco debería leer. Re conste. Foto: redes sociales.
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