La Presencia de México en Venezuela

Observatorio Políico
Maquiavelo

La presencia de un representante oficial en la tercera toma de posesión del Dictador Nicolás Maduro, como lo es Leopoldo de Gyves, embajador mexicano en Caracas, que será quien lleve el saludo de la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien se ha entronizado de manera espuria en el cargo, es una mala señal.
Este tema, que incluye a México en temas como política exterior, legitimidad democrática, y posibles implicaciones diplomáticas vemos la situación complicada y difícil de mantener debido, principalmente por la “Legitimidad” de Maduro sustentado en un fraude electoral.
Decidido a mantenerse en el Poder, este dictador sudamericano no tuvo empacho en atacar a las manifestaciones públicas en contrario, además de meter a la cárcel a cuanto opositor a sus deseos dictatoriales destacan por su virulencia.
De inicio e históricamente, México se ha regido por el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, consagrado en el artículo 89 de su Constitución.
México, partidario de la doctrina Estrada es decir, la Doctrina Mexicana nos ilustra sobre un ideal central de la política exterior de México desde 1930 -aún en vigor- según la cual México no anuncia públicamente el reconocimiento diplomático de otros estados o gobiernos.
Bajo este principio, la política exterior mexicana evita intervenir directamente en los asuntos internos de otros países incluso, como en este caso de Venezuela, si existen dudas sobre la legitimidad de un gobierno. Sin embargo, esto que hoy hace el Gobierno de México, puede interpretarse como apoyo implícito al gobierno en cuestión si se participa en actos oficiales, sobre todo en una toma de posesión calificada a nivel internacional como espuria.
De allí que, en este caso, enviar un representante mexicano a la toma de protesta de Nicolás Maduro se interpreta como una forma de respaldo diplomático. Sin embargo, esta postura también podría justificarse bajo el argumento de mantener relaciones bilaterales activas, especialmente en temas de cooperación económica o política regional aunque en los hechos, el desaseo político es más que evidente.
Si Edmundo González Urrutia efectivamente, como lo evidencian las actas electorales, obtuvo una mayoría clara, en el 70 por ciento de las actas conocidas y esta victoria no es reconocida por el gobierno de Maduro, éste enfrenta, a nivel internacional, un serio cuestionamiento sobre su legitimidad por lo que México quedaría en una posición delicada al apoyar explícitamente a un gobierno ampliamente señalado, no sólo a nivel local, sino internacional, como espurio, lo que podría contradecir compromisos mexicanos con los valores democráticos internacionales.
Sin embargo la postura mexicana podría depender de varios factores, por ejemplo en las relaciones históricas y políticas: México ha mantenido relaciones cercanas con Venezuela durante diferentes administraciones, aunque estas han variado según el liderazgo político en ambos países.
Por otro lado la postura ideológica de la administración de López Obrador con el gobierno de Madura, -pese a ser Maduro un dictador ampliamente reconocido a nivel internacional- ha mostrado simpatía hacia este tipo de gobiernos de América Latina, lo que podría influir en esta decisión.
Si bien México podría posicionarse como un mediador en conflictos regionales, requeriría mantener algún grado de comunicación con todas las partes, lo que no ha hecho.
Por otro lado las implicaciones Diplomáticas al apoyar a un gobierno considerado ilegítimo por la comunidad internacional podría ser parte de una política boomerang y finalmente traer costos significativos, como el aislamiento internacional al, por ese asunto, deteriorarse la relación de México con países democráticos que han desconocido al gobierno de Maduro.
De igual menta este respaldo a Maduro podría interpretarse como una falta de compromiso con la democracia y los derechos humanos lo que al final de cuentas podría afectar a las relaciones económicas con algunos socios comerciales clave, como Estados Unidos o la Unión Europea, quienes por tal motivo podrían percibir esto como una contradicción con sus propias políticas hacia Venezuela.
Aunque México podría reforzar su liderazgo en la CELAC y otros organismos regionales así como mantener cierta estabilidad diplomática al evitar una ruptura total de relaciones permitiera influir en procesos de negociación o mediación futuros.

Por lo que la decisión de enviar un representante a la toma de protesta de Maduro, pese a la polémica, refleja una postura estratégica más que ideológica. Sin embargo, esta postura puede ser interpretada como un alejamiento de los principios democráticos y una alineación con gobiernos que enfrentan serios cuestionamientos internacionales y limitar la capacidad de México para proyectarse como un actor neutral en América Latina. Pero eso lo Veremos y lo Diremos, Conste.

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