La importancia de la educación emocional
Por: Mtra. Carla María Yáñez Castelan
Docente de la Escuela de Bachilleres de la Universidad Autónoma de Querétaro
La importancia de la educación emocional en la formación escolar: un pilar para el nivel medio superior.
La educación emocional es un aspecto fundamental en la formación integral de los estudiantes en todos los niveles educativos; sin embargo, en el nivel medio superior es un periodo crucial de sus vidas. Su desarrollo está marcado por cambios físicos, psicológicos y sociales que impactan directamente en su bienestar y, por ende, en su desempeño académico. Desafortunadamente para los jóvenes, la mayoría de las veces, la dimensión emocional pasa inadvertida en las aulas, limitándose a un enfoque estrictamente académico que no contempla las diversas realidades que cada joven enfrenta.
Los profesores se convierten en figuras clave, para bien o para mal. No solo son responsables de impartir conocimientos, sino también de observar más allá de los cuadernos y exámenes, reconociendo las luchas emocionales que pueden interferir con el aprendizaje. Cada estudiante trae consigo un bagaje único de experiencias, miedos y aspiraciones. Para algunos es tanta su pobreza emocional que no pueden imaginar sus aspiraciones. Ignorar estos elementos no solo afecta su estabilidad emocional, sino que también disminuye su capacidad para absorber el conocimiento que se ofrece, puesto que al no sentirse confiados, escuchados, sino que sólo son un número de lista, los alumnos tienden a maquillar su estancia con falsas realidades que, a la larga, se convierte en un bucle que en algún momento los asfixiará.
En este sentido, sería invaluable que los docentes dedicaran unos minutos de sus clases a trabajar temas emocionales en relación con sus materias. Por ejemplo, un maestro de literatura podría abordar cómo los personajes enfrentan sus conflictos internos, invitando a los alumnos a reflexionar sobre sus propias emociones. Un docente de ciencias podría explicar cómo el estrés afecta al cuerpo humano, ofreciendo herramientas para manejarlo. El profesor de deportes enseñarles ejercicios específicos para relajarse con respiración o sacar lo reprimido a través del movimiento del cuerpo.
Este enfoque no requiere transformar a los profesores en psicólogos ni a que modifiquen su plan de trabajo, sino convertirlos en guías que fomenten la estabilidad emocional de sus estudiantes a través de pequeñas acciones que promuevan el autocuidado, la empatía y la autorreflexión. Una breve charla al inicio o al final de la clase, un espacio para expresar inquietudes o incluso actividades que fortalezcan la autoestima, pueden marcar la diferencia en la vida de un adolescente y, por supuesto, en la vida del docente al sentirse más conectado con esos seres humanos en formación y cuya experiencia estará dando frutos no sólo académicos.
Diversos estudios han demostrado que los alumnos con mayor inteligencia emocional logran un mejor rendimiento académico porque cuentan con las herramientas necesarias para manejar el estrés, resolver conflictos, mantener la concentración y aumentar su empatía. Además, se desarrollan como individuos más resilientes y preparados para enfrentar los desafíos del mundo. Incorporar la educación emocional en las aulas de nivel medio superior, en todas las áreas, transformará vidas si cultivamos en cada estudiante el equilibrio necesario para aprender, crecer y prosperar. “Todo aprendizaje tiene una base emocional.” Platón.
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