Un dilema moral en Pahuatlán
Por Ociel Mora
¿Qué veo en las elecciones del año entrante en el municipio de Pahuatlán, cuando de nuevo las urnas convoquen a los votantes para nombrar un presidente para los próximos tres años? Veo lo que todos ven y lo que todos cuchichean, que Arturo Hernández irá por la reelección. Al día de hoy es secundario y sin mayor importancia quién o quiénes sean los candidatos contrincantes.
Si las elecciones fueran mañana, Arturo se llevaría de calle el triunfo. Salvo, claro (adelante veremos que la política es el arte de lo imposible), que salga al ruedo un aspirante contrario con cierta pizca de audacia, que escuche a los entendidos en los menesteres electorales, se discipline, toque las fibras del honor de la cabecera y los pueblos, y retuerza la elección hasta hacer de ella un plebiscito.
En este punto la gente se enfrentará al dilema moral de si quiere más de lo mismo o vota por el cambio. Entonces mi buen amigo Arturo Hernández habrá perdido lo mucho o poco acumulado en siete años de gobierno y once de candidato. Son las virtudes y las inclemencias de la democracia electoral.
Pero no veo a ese hipotético candidato audaz y menos con la voluntad de disciplina. Pero ya se sabe que la política es el reino de lo imprevisto. Puede brincar una mujer, y abanderar los valores de medio pueblo. En Pahuatlán todavía es común que el marido, o el novio, le peguen a la mujer.
Esto de la ausencia de candidatos competitivos lleva a otro punto, tal vez el más importante. Ninguno de los que andan murmurando en los portales con el jarro de atole en la mano tiene proyecto de nada. Se acuchillan por la chequera y sus dividendos.
Pero veamos. La elección es en ocho meses. Así que vamos por partes, mientras no se agüite el editor de mis panfletos, don Carlos Castelán, destilaremos amargura, como soy acusado en el ayuntamiento. Se trata de otra confusión. Confunden lo público con lo privado. A un buen gobernante le aprovecha más la buena critica que la lisonja pagada. Porque ayuda a corregir.
Pahuatlán es de los pocos municipios de la Sierra Norte con una cultura política abiertamente liberal. Los del pueblo le llaman ser chismoso. Ser chismoso es tener una opinión pública fogosa. Hombres y mujeres todo lo someten al harnero de la crítica. Cuando el presidente Ángel Vera Lemus compró la primera camioneta ostentosa a nombre del municipio, un grupo de la cabecera se dijo agraviad. Se organizó y fue hasta su oficina a pedirle cuentas.
El nombre de Ángel Vera es muy importante para entender cómo ha cambiado el pueblo. Con Ángel termina un ciclo de grandes presidentes municipales que hicieron la magia de integrar las comunidades indígenas al desarrollo nacional vía la gestión del ayuntamiento.
Con ese impulso a los pueblos mediante la conformación de comités para la construcción de infraestructura básica, sobrevino la organización política y con ella la alternancia de partido del PRI al PRD.
Con Ángel Vera, pero sobre todo con Martiniano Santos (PRD), el ayuntamiento deja de ser la institución preocupada por el bienestar y desarrollo, y se convierte en botín. El gobierno deja de ser de políticos y pasa a la administración de gerentes. Priva la maximización de la ganancia.
El presidente Zedillo impulsó la descentralización y desconcentración administrativa. Otorgó mayores facultades a los ayuntamientos y los endiosa con mayores partidas presupuestales. En aquella época es cuando aparecen los recurso del Ramo 33, la mayor fortaleza financiera de los alcaldes.
El Ramo 33 es dinero etiquetado para combatir la pobreza extrema. Con la riqueza millonaria municipal aparece el fenómeno de la compraventa de votos y enseguida la compra de candidaturas. ¿Por qué? Porque gobernar la presidencia se convirtió en el negocio más lucrativo del pueblo.
Con aquellos cambios aparece otro fenómeno que es determinante de lo que ahora es Pahuatlán: se pierde el sentimiento de comunidad, se rompen los vínculos de cohesión, incluso los familiares, y aparecen el individualismo y el odio.
Un individualismo exacerbado que tiene su mayor expresión en las acciones impulsadas desde los sucesivos ayuntamientos. Los de la cabecera ya no quieren ser el pueblo de anhelos que fueron hasta el año 2000. Un pueblo con un núcleo de personajes importantes que admiraban los cambios de la ciencia en las principales ciudades y arriesgaron dinero por impulsarlos en el pueblo.
Fue como a principios de siglo Porfirio Hernández, un hombre emprendedor, que creía en la ciencia como base del desarrollo, compró maquinaria alemana, sobre todo turbinas de cientos de toneladas de peso, y como pudo las llevó al pueblo y de ahí a la caída del río.
El alumbrado moderno apreció en el pueblo. Como unos años atrás, desde Necaxa, lo hizo su tocayo Porfirio Díaz en la ciudad de México para celebrar las Fiestas del Centenario de la Independencia.
Con la iniciativa de Porfirio Hernández el pueblo pasó de leña a los focos. Pero ahora los del pueblo quieren ser como sus vecinos de Tlacuilotepec, y se toman acciones en esa dirección. Más que en un pueblo interesado en el bienestar y el desarrollo, con base al conocimiento y la ciencia, quieren ser un pueblo de rancheros cuatreros.
Sus partidarios afirman que Arturo es un gran político. El mejor que ha dado el pueblo. Yo digo que la etapa de los grandes políticos en Pahuatlán llegó a su fin, barridos por el arribo de la democracia y la competencia. (Ya hablaremos de las vacas gordas del morenovallismo).
Cuando vengan los gringos o los francese y hagan la historia política del pueblo, concluirán que entre los años ochenta y el 2000, gobernó una camada de grandes hombres comprometidos con el desarrollo del municipio. Entre ellos, y por paradójico que parezca, aparecerá en primera fila Hercilio Guzmán Santillán.
Chayo News
Por acá anunciamos un acuerdo entre la presidencia municipal de Xicotepec, que preside la señora María Guadalupe Vargas y la Asociación Civil Perspectivas Interdisciplinarias para organizar tres conferencias en red sobre temas relevantes relacionados con la cultura y la historia de ese pueblo. Como la época prehispánica (códice), los primeros años de la conquista (los dogmatizadores indígenas) y la presencia en al región de misiones científicas europeas (Bodil Christiensen). El asunto sigue esperando en la oficina de la regidora del ramo. Esperemos que pronto sea sancionado y podamos comunicarlo. Aclaramos que no se pone en riesgo a la población, pues no implica concentraciones. Además zoom tiene la ventaja de llegar a miles de visitantes.
Ociel Mora es editor del libro Huauchinango: El Rumor del Tiempo