De los consejos de don Quijote a Sancho para gobernar su ínsula Barataria

Cualquier parecido con la realidad…no es una coincidencia
Por Maquiavelo
Fue hace mucho, mucho tiempo, siendo un adolescente, cuando me sentí atraído por las letras, por leer todo lo que en mis manos caía, leía con avidez, con fruición, leía de todo. Una vez cayeron en mi poder unas hojas, seguramente desgranadas de algún libro, más viejo que Matusalén, amarillentas y sucias, comidas por algún ratón en una esquina. Era un legajo de no más de seis hojas, 12 páginas, un fragmento de “El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”.

Las leí y me quedé sorprendido por la agudeza puesta en las aventuras allí narradas y me dediqué a buscar el libro. Finalmente lo encontré y me di a la tarea de leerlo, no una sola vez, porque no se puede leer una sola vez, lo he leído y releído y mucho de él, a lo largo de mi vida y he aprendido.

Algo que me dejó cavilando y que a algunos de los hoy aspirantes a un puesto de elección popular atañe y debieran tomar en cuenta son los “Consejos que Don Quijote dio a Sancho Panza para gobernar la ínsula Barataria”.  Veamos:

 + Primeramente, ¡oh hijo!, dijo, don Quijote, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.
Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse.

+ Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey.

+ Deben acompañar la gravedad del cargo que ejercitan con una blanda suavidad que, guiada por la prudencia, los libre de la murmuración maliciosa y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio.

+ Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre”.

+ “Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso. No te ciegue la pasión propia en la causa ajena”.

+ “Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros”.

+ “Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones”.

+ “Que seas limpio y que te cortes las uñas, no andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado”.

+ “anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo”.

+ “Come poco y cena más poco”

+“Sé templado en el beber”

+“Ten cuenta Sancho de no mascar a dos carrillos, ni de erutar delante de nadie”

Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos y fructuosos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos”.

Habrá alguno entre los hoy aspirantes a un puesto de elección popular que escuche y ponga en la práctica estos consejos?

O, por el contrario, se preparan, como sucede con el actual Ayuntamiento, para asaltar la hacienda municipal y prepararse para llevar una muelle vida en adelante? Que la Auditoría del Estado no lo permita. Conste. Es pregunta, bueno, pues eso lo veremos y lo diremos. Conste.  

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